La seguridad en los eventos masivos: tres claves
La llegada de lo que ya se llama sexta ola de la pandemia junto a la eliminación de bastantes restricciones respecto a los eventos masivos y las fechas navideñas, pone de relevancia la importancia de la seguridad en las aglomeraciones. Hay algunas claves que deberíamos tener en cuenta en este sentido.
Es muy importante valorar que se trata de uno de los entornos más complejos a la hora de aplicar herramientas de seguridad. Por tanto, si ya habitualmente es necesario confiar en empresas profesionales y en personal cualificado, para aquellos eventos o acciones en las que se genera aglomeración, ahora es imprescindible.
Vamos a analizar tres claves que se tienen en cuenta desde una perspectiva eficaz cuando se trata de la planificación de la seguridad en este tipo de situaciones.
Valoración de los riesgos
Aunque las acciones sobre el terreno son importantes, una buena planificación es determinante. Y la planificación comienza por algo tan básico como la valoración de los riesgos.
Más adelante analizaremos la importancia del plan de actuación, pero en este caso lo que interesa es entender de dónde viene el proceso de valoración de riesgo que será el que determine la necesidad de acciones.
En ese proceso se contemplan todos los elementos sobre los que puede ser necesario prestar atención: desde los posibles riesgos de orden público, hasta, en la actualidad, los riesgos derivados de la pandemia de coronavirus.
Se contemplan todas las opciones y todos los escenarios. Esta es una clave fundamental que, además, va a distinguir a un buen proyecto de seguridad: siempre se realizará una valoración de los riesgos profunda y con antelación.
Crear un plan de acción
La segunda clave, tras la detección de áreas de trabajo en la valoración de riesgos, es crear un plan de trabajo que se traducirá en el plan de acción sobre el evento.
Aquí hay que distinguir aquellos eventos o acciones que son regulares y que admiten ciertos patrones de método de aquellos otros que se celebran de manera ocasional. Por citar dos ejemplos muy diferentes:
- Un partido de fútbol
- Una feria comercial de navidad
En el primero, cuando es una actividad que se desarrolla de manera habitual, ya existirán unos protocolos básicos sobre los que actuar y las modificaciones responderán a criterios particulares de cada evento. Es decir, incluso aunque exista el protocolo, cada evento se tratará de manera individualizada y tendrá su propio plan de acción.
El segundo necesita todo el proceso de elaboración, desde valorar los riesgos hasta determinar el modelo de seguridad que se ofrecerá a la feria de Navidad.
Como vemos, además, es un buen ejemplo para distinguir entre un evento puntual que se celebra en un día o durante unas horas de un evento continuado que puede durar un periodo de tiempo determinado. En ambos casos el plan de acción es fundamental y será la hoja de ruta a través de la que se pueda guiar el trabajo.
Es un proceso complejo para el que se requiere cualificación y profesionalidad, no sólo de la propia empresa de seguridad privada desde el punto de vista de la planificación, también de personal humano que intervendrá, los medios técnicos, etc.
La capacidad de adaptación a los nuevos retos
Una de las enseñanzas más importantes que la pandemia ha traído consigo al sector de la seguridad privada es la importancia vital de la formación continua y la capacidad de adaptación a nuevos retos.
Esta es una clave fundamental a la que las mejores empresas y los mejores profesionales saben dar respuesta a través de procesos de mejora continuada.
Imaginemos un escenario como el que hemos vivido (y estamos viviendo) en el que de un día para otro todas las herramientas básicas de seguridad presencial se modifican y se deben incluir nuevos elementos a los que no estábamos acostumbrados, nuevos modelos de prevención, y en general, dificultades importantes a la hora de desarrollar el trabajo de seguridad.
Si no se posee la capacidad de adaptación, y, sobre todo, si no se mantiene la disposición al aprendizaje permanente, la renovación y el manejo de las nuevas realidades, es muy complicado proporcionar servicios de seguridad de primer nivel.
Si siempre en la seguridad privada es vital la formación de los vigilantes, en épocas como la actual es imprescindible ya que, más que nunca, el concepto de servicio público que proporciona un vigilante privado de multiplicada su funcionalidad.
Vivimos tiempos complejos desde el punto de vista del retorno a la antigua normalidad, en esta situación es necesario poder confiar de manera plena en aquellos proveedores de servicio de seguridad privada que realicen las tareas de protección para los grandes eventos, y en su capacidad de adaptación, valoración de los riesgos y planificación y ejecución de los planes de seguridad.