La pandemia del COVID-19, no solo ha sido una crisis sanitaria, además es realmente una crisis económica, social y de seguridad que nos afecta a todos. Miles de personas han visto como sus días cambiaban de un día a otro, no solo por el confinamiento al que todos nos hemos visto obligados, sino a problemas laborales como los ERTE´s o incluso a despidos derivados por una crisis económica galopante.
En todo este panorama caótico en el que estamos inmersos subyace un fenómeno parejo a toda situación donde el orden social se altera, estamos hablando de los delincuentes que aprovechan la coyuntura económico-social adversa para incidir en sus actuaciones al margen de la Ley.
Muchos expertos en seguridad ya vaticinan un aumento de robos u ocupamientos ilegales, especialmente en segundas residencias, urbanizaciones o complejos residenciales motivados por este ambiente de incertidumbre económica y social. Ante esta coyuntura, los delincuentes apoyan sus fechorías además con leyes excesivamente laxas y permisivas así como una justicia desbordada y lenta que retrasa enormemente la aplicación de Ley.
Prevenir, así de claro. Tenemos la leyes que tenemos y la justicia es como es, poco o nada podemos hacer al respecto salvo depositar un voto en la urnas o protestar a través de redes sociales.
Pero mientras tanto debemos proteger nuestras viviendas mediante la prevención, especialmente las urbanizaciones o los chalets diseminados. Un buen dispositivo de vigilantes de seguridad es la mejor forma de garantizarse un control exhaustivo y permanente en nuestra vivienda o segunda residencia.
La urbanizaciones gestionadas por vigilantes de seguridad, mantienen un control férreo de entradas y salidas de visitantes, realizan rondas perimetrales constantes y ante un salto de alarma la presencia de un vigilante de seguridad es inmediata, por lo que una vigilancia activa de su vivienda resulta en estos casos imprescindible para poder dormir tranquilos en periodos agitados.
Las viviendas que no forman parte de una urbanización son más vulnerables a los ataques de ladrones u okupas. En estas casos existen servicios como el de ronda discontinua que protegen estas ubicaciones. Es un sistema de custodia compartida junto con otras viviendas próximas en las que se realizan rondas periódicas que minimizan los posibles riesgos de ocupación, robos o actos vandálicos.
Levantina de seguridad ha demostrado sobradamente su efectividad en numerosas urbanizaciones a lo largo de toda la geografía española. Una de sus principales características en este tipo de emplazamientos es la preparación de sus vigilantes en la mayoría de casos otorgada por la experiencia de los muchos años trabajando en la seguridad de urbanizaciones. Levantina incorpora en todos sus servicios coches equipados con última tecnología así como dispositivos de detección térmica que facilitan la labor de sus vigilantes en tareas de inspección nocturna.
Levantina de seguridad es una marca con más de 40 años en el mercado de la seguridad privada.